Alimentación

Olorosos y con historia: 5 rarezas de los quesos franceses

La tradición quesera de Francia es una de las más antiguas y reputadas del mundo. Tanto es así que los franceses encabezan el ranking de consumo a nivel internacional, con una ingesta per cápita de 25 kilogramos al año. Pero el fromage o queso francés no sólo reconoce en esta nación una excelente masa de consumidores: también son maestros productores.

 

Uno de los quesos franceses más selectos y caros es el Brie de Meaux, poseedor de denominación de origen protegida y una larga historia de éxitos en su haber. Enrique IV, Blanca de Navarra, Carlos I de Orleans, Felipe II de Francia o la princesa polaca Marie Leczinska se dejaron conquistar por este queso de gran sabor y cremosidad.

 

Otra de las curiosidades de los quesos originarios de Francia es la diversidad: existen alrededor de 400 tipos de quesos en el país vecino, lo que significa que casi una cuarta parte de las variedades queseras del mundo (unas 2.000) tienen ‘acento’ francés. De todos ellos, el más famoso es sin duda el Roquefort, pero otros podrían citarse, como el Camembert, el Boursin, el Beaufort, etcétera.

 

Por otra parte, determinados quesos han sufrido las iras de grandes emperadores. Es el caso del Valançay, elaborado con leche de cabra de Berrichón y que visualmente se caracteriza por su forma piramidal sin vértice. Dice una leyenda que este rasgo (la ausencia de pico superior) es obra de Napoleón Bonaparte, que se desquitó de su derrota en Egipto blandiendo su espada contra el Valançay, de forma que cortó para siempre su vértice.

 

A los productos queseros les persigue la fama de olorosos, y los de origen francés tampoco escapan a esta reputación. De hecho, Francia tiene el dudoso honor de poseer el queso más apestoso del mundo, el Époisses de Bourgogne, del que se dice está prohibido en los transportes públicos. Cierto o no, su sabor compensa con creces su mal olor.