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Del gel al acrílico: estos son los diferentes tipos de esmalte de uñas

La tradición de pintarse las uñas se remonta a los tiempos de la dinastía Ming, cuando se empleaban minerales como el alumbre y polvos de pétalos de orquídeas y rosas con este objetivo. Hoy los productos de manicura se fabrican a partir de acetona, pigmentos orgánicos e inorgánicos, nitrocelulosa y otros componentes usuales en todos los esmaltes de calidad.

Por la gran afluencia de marcas y productos, la manicura es una de las industrias más diversas, si bien el consumidor medio muestra preferencia por los pintaúñas basados en el barniz. Es la solución más económica y tradicional, disponible en una extensa gama de colores y acabados (satinados, mates, perlados, etcétera).

Otro tipo de esmalte para hacerse las uñas es el acrílico. Este producto surge como resultado de combinar un monómero líquido con polímeros de acrílico (polvos acrílicos, que también se comercializan por separado y gozan de fama en los centros de belleza). Se distingue del resto por su durabilidad y la protección que otorga a las uñas, preservándolas de agresiones externas.

Los pintaúñas de gel o gelish, en cambio, proporcionan un extra de brillo y luminosidad gracias al empleo de luz LED y UV para secar y optimizar el acabado de la uña. Compensan su mayor coste con una prolongada vida útil, de tres a cinco semanas, y un menor riesgo de rotura o agrietamiento.

La duración del pintaúñas es una característica esencial para la mayoría de las consumidoras. Por esta razón, las lacas permanentes y semipermanentes cosechan tanto éxito. Su funcionamiento depende de la luz ultravioleta para el secado, pero el grosor de la laca es menor en la manicura semipermanente, para facilitar su retirada al cabo de dos o tres semanas. Por su parte, la sostenibilidad de la fórmula del pintalabios establece una división adicional: las lacas ordinarias y las ecológicas.