Nunca me ha gustado que me metan prisa para comprar. Recientemente en una tienda de colchones a la vendedora solo le faltó encañonarme con una pistola y poner mi cara contra el colchón al grito de: ¡Cómpralo… o te arrepentirás! Al final acabé comprando, pero le dije que, por favor, necesitaba un par de días para pensarlo. Ella me dijo que quizás iba a perder la promoción y yo le respondí que asumía ese riesgo.
Así las cosas, soy un cliente difícil, de esos que disfruta pensando y pensando. Y tras lo del colchón lo que nos toca pensar es que marca de caravana comprar. Lo cierto es que mi familia y yo estamos decididos a comprar una caravana nueva. Estos dos últimos veranos probamos con una caravana de segunda mano bastante viejecita que nos sirvió para foguearnos. No queríamos lanzarnos a la piscina con una nueva por si no era para nosotros.
Sabemos por experiencia que viajar en caravana requiere unas condiciones particulares por parte de los viajeros. Porque las fotos quedan muy bien, pero la realidad es otra: la comodidad que se tiene en un hotel o en una casa rural no se tiene en una caravana. Ahora bien, el contacto con la naturaleza y con otros viajeros es mucho más directa viajando en caravana. Y nosotros sí logramos adaptarnos fácilmente.
Y pronto nos dimos cuenta de que íbamos a necesitar algo un poco más equipado y moderno que nuestra querida caravana de segunda mano. Y mi familia me encargó que fuera mirando que marca de caravana comprar de cara al verano que viene. Ellos saben que soy de fiar y que nunca doy puntada sin hilo si se trata de comprar. Es cierto que me gusta tomármelo con calma y mirar y remirarlo todo hasta el mínimo detalle.
Y si algo no soporto es el clásico vendedor que llega con muchas ofertas que se acaban justo ese día, y que me dé prisa que tiene otros compradores esperando pero que por ser yo me deja unos minutos para pensarlo. Yo necesito más que “unos minutos”, amigo.