La maniobra de estacionamiento, pese a ser una de las más repetidas, es fuente de problemas para la mayoría de los conductores. Se cometen errores motivados por las prisas, el desconocimiento o la negligencia que pueden acabar en multas y situaciones de riesgo.
La decisión de reservar aparcamiento en Bilbao y otros grandes núcleos urbanos evita la molestia de encontrar in situ una plaza libre. Si el conductor fracasa en su intento, podría resolver el problema incurriendo en una falta grave: estacionar en un aparcamiento reservado a minusválidos. Con ello, además de privar a una persona discapacitada de su plaza correspondiente, el conductor se expone a sanciones de doscientos euros.
Estacionar en la acera es otra práctica usual en los aparcamientos en línea que flanquean la vía pública. Poner una rueda en el bordillo es legítimo, siempre y cuando el conductor enmiende el error y retroceda, pues aparcar de este modo es sancionable. Que la DGT persiga este tipo de acciones es lógico; de lo contrario, se obstaculizaría el flujo de peatones, cuya seguridad también estaría en peligro.
Por otra parte, son muchos los conductores que juzgan mal las dimensiones de una plaza y estacionan en ella pese a que su vehículo excede las líneas que la delimitan. Como resultado, se corre el riesgo de rozar o colocarse demasiado cerca del vehículo siguiente, situación molesta para ambos conductores.
Peor aún es aparcar de forma que se ocupe dos plazas. Bien por temor a recibir una colisión, bien por descuido, esta acción supone una falta de respeto hacia el resto de usuarios, además de estar penado conforme al artículo 92 del Reglamento General de Circulación.
Con frecuencia, los conductores menos cuidadosos deciden estacionar en un paso de cebra, considerando que esta mala práctica es peccata minuta si se hace durante unos pocos minutos. Lógicamente, están en un error, y se arriesgan a recibir multas de tráfico elevadas.