Los productos ultracongelados se han convertido en parte esencial del sector hostelero, siendo necesarios para el sostenimiento económico de bares y restaurantes y para la mejora de la calidad ofrecida al consumidor final. En concreto, los pescados, verduras y carnes sometidos a este método de conservación suponen un avance en términos de salud y de seguridad, ya que de este modo son menos vulnerables a la acción de patógenos y de microorganismos que los alimentos frescos. Además, se comercializan tras pasar una serie de controles de calidad muy exhaustivos que pueden superar en rigurosidad a los chequeos del resto de alimentos.
La comodidad es otra de las razones que explican la alta demanda de Proveedor de salteados congelados para hosteleria, así como de guisos, ensaladas y otros preparados. Con frecuencia, la compañía suministradora se responsabiliza de pelar, trocear e incluso precocinar la mayoría de estos alimentos, lo que agiliza significativamente el tiempo que el consumidor dedica a cocinarlos. Asimismo, se adquieren en envases de cantidades determinadas (300 gramos, por ejemplo) que facilitan su almacenamiento.
La estacionalidad es un problema habitual en la gestión de alimentos en cantidades elevadas, al punto de ocasionar problemas de disponibilidad en determinadas épocas del año. Por este motivo, los productos ultracongelados son un ‘salvavidas’ para chefs y gerentes de establecimientos hosteleros, que pueden almacenar una reserva considerable de estos alimentos en caso de que los de temporada escaseen.
La posibilidad de almacenarlos durante trimestres enteros optimiza la gestión de inventarios, ya que los responsables pueden hacer acopio de las reservas de alimentos que necesitan en las épocas en que su precio es más competitivo. Los clientes serán los principales beneficiados, pues los mariscos, setas, atunes, etcétera, de la carta serán más asequibles y permanecerán más tiempo a su disposición.
Por descontado, la ultracongelación de productos alimenticios aumenta hasta seis y doce meses su tiempo de aprovechamiento. Con ello, se reduce el desperdicio de recursos, lo que redunda en el medio ambiente de forma positiva.