La pastelería artesanal sigue gozando del favor del público pese a la afluencia de productos industriales, más baratos, novedosos y de marca. Incluso la digitalización, que podría haber jugado en su contra, está impulsando la demanda de turrones artesanos online y otros dulces típicos gracias a la mayor calidad de sus ingredientes y la carencia de aditivos y conservantes.
Entre los dulces y postres que todavía se elaboran con medios y técnicas tradicionales, destacan los turrones de Jijona y de Alicante, más conocidos como blando y duro, respectivamente. Estas creaciones siguen procesos y métodos con cinco siglos de historia y se han convertido por derecho propio en uno de los bocados predilectos de las fiestas navideñas.
Otra delicia repostera que se resiste a los procesos industriales es la tarta de Santiago. Su origen se remonta al siglo dieciséis, y su receta —basada en una pasta de almendras molidas, ralladura de piel de limón, huevos y azúcar glas— ha perdurado sin cambios hasta nuestros días. Prácticamente, todas las pastelerías en los municipios del Camino de Santiago preparan y sirven esta ‘reliquia’ pastelera.
Además del bocado más representativo de las Rutas Jacobeas, Galicia acoge otros postres hechos a mano, como la bica mantecada o gallega, un bizcocho preparado con huevos camperos, harina, azúcar y mantequilla, naturalmente.
Otro clásico de la repostería nacional que sigue elaborándose a mano es la torrija. El secreto de su éxito reside en su simplicidad: se trata de un manjar fácil de preparar, con ingredientes disponibles en cualquier hogar: pan, leche, huevos, azúcar y canela.
Por capricho de la metonimia, Donut y Dunkin’ Donuts se han convertido en sinónimo de un dulce tan antiguo como el Imperio Romano. La mayor parte de las rosquillas en circulación se producen con métodos fríos e industriales, pero una minoría sigue haciéndose a mano y presenta una mayor diversidad de sabores y presentaciones.